Vienes,
pones mi
vida del revés,
te vas
y repites.
Si eres tan
tonto de pensar que soy incapaz de poner mi mano en otra mano
que no podré
enredar mis piernas entre las de otro,
que mis
labios van a quedarse huérfanos de besos.
Si eres
capaz de pensar eso,
tienes razón.
Pero es que
tú, tocabas esa parte de mí
que incluso
a mí
me da
vergüenza tocarme.
Y por una
vez no hablo de sexo.
Aunque
últimamente tengo más del que me gustaría,
por si te
encuentro a ti
en alguna de
esas braguetas desconocidas
Esta vez,
hablo de dos miradas que se cruzan
y se
convierten en dos imanes incapaces de separarse.
Hablo de ese
momento en que te das cuenta
de que tu
destino ya no es ni medio tuyo.
todavía
duele aquel abrazo en ese andén de metro
en el que
descubrí lo que es “hogar” realmente.
y que el
mío, estaba desapareciendo en la oscuridad de ese túnel.
Ya no
volviste.
Ahora me
dedico a emborracharme en todos los bares de Malasaña
A ver si
todo ese alcohol me da el valor
de tirarte
todos mis gritos de desesperación a la cara
o me mata.
Y ojalá
fuera la segunda.
Pero no,
aquí estoy, ron en una mano y bolígrafo en la otra
con la
habitación llena por el humo de un peta medio apagado
en mis
lágrimas.
Pensé que
ibas a ser mi paracaídas
no mi ancla.
Me
equivoqué.
como cada
vez que hago la estupidez
de pensar en
ti.
Y escribirte
poemas.
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